Autor desconocido
“La continua oración interior de Jesús es una llamada constante e ininterrumpida a su nombre divino, con los labios, en el espíritu y en el corazón: consiste en representarlo siempre presente en nosotros e implorar su gracia en todas las ocasiones, en todo tiempo y lugar, hasta durante el sueño. Esta invocación se compone de las siguientes palabras: “Jesús mío, ten misericordia de mi”. Quien se acostumbra a esta plegaria encuentra en ella tanto consuelo y siente tal necesidad de repetirla, que no puede vivir sin que espontáneamente resuene dentro de él.”
“Muchos llamados iluminados consideran este frecuente ofrecimiento de una misma oración como inútil y hasta trivial, considerándola mecánica y una ocupación sin sentido propia de gente simple. Pero lamentablemente ellos desconocen el secreto que se revela como resultado de este ejercicio mecánico; ellos no saben cómo este frecuente servicio de los labios se convierte imperceptiblemente en un genuino llamado del corazón; sumergido hondo en la vida interior, se vuelve un deleite, se convierte, por así decir, natural al alma brindándole luz y alimento y conduciéndolo a la unión con Dios.”
Para resumir esta enseñanza de ininterrumpida y constante adoración a Dios citamos las palabras de Swami Vivekananda:
“Día y noche piensa en Dios y en lo posible no pienses en otra cosa. Los pensamientos diarios necesarios pueden ser pensados a través de Dios. Come con Él, bebe con Él, duerme con Él, velo en todo. Habla de Dios a otros: esto es sumamente beneficioso.
Cuando toda el alma se vuelca en una continua corriente hacia Dios, cuando ya no hay tiempo para buscar dinero, nombre o fama, ni tiempo para pensar en algo que no sea Dios, entonces vendrá a tu corazón aquella infinita, maravillosa dicha del amor. Todos los deseos son como cuentas de vidrio. El verdadero amor a Dios aumenta a cada momento y siempre es nuevo: esto puede comprobarse sintiéndolo. El amor es la más fácil de todas las disciplinas. No necesita ninguna clase de lógica; es algo natural. No necesitamos distracción ni prueba alguna. Cuando razonamos estamos limitando algo con nuestras propias mentes. Arrojamos la red y pescamos algo y luego decimos que lo hemos demostrado. Pero nunca, jamás podremos nosotros pescar a Dios en una red.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario